15.4.06

En la mitad del mundo


Es propio de turistas [en el peor sentido de la palabra], pero no se puede pasar por Quito sin acercarse a la Mitad del Mundo, eso sí, a la verdadera mitad -según nos aseguran-, la situada en el museo solar Inti Ñan. Nos acerca Amparito, la esposa del botones del hotel -Víctor-, a la que acompaña su hija de 13 años Estefany. En casa quedó, jugando con los amigos, Kevin, de diez años, al que su madre bautizó con el nombre del actor estadounidense que tanto le gusta. Escépticos, nos sorprenden las pruebas físicas que realizan con los visitantes para mostrar las diferencias de estar en el hemisferio Norte o Sur. Las aguas escapan por el sumidero girando en el sentido del reloj en el Norte y dos metros más allá, en el Sur, se mueven en sentido opuesto. Es sólo un ejemplo de los efectos que se observan en este punto concreto localizado en latitud 00º00'00". El resto del viernes santo, que es feriado -como dicen por aquí- lo pasamos en la carretera camino a Otavalo, primero, y a Cotacachi, después. Otavalo es famoso por su mercado indígena de artesanías de los sábados y nosotros, como no podía ser menos, acudimos el viernes. De vuelta en Quito, Mariví nos recibe muy atenta, con música de tango y conversación, en Don Vittorio. Restaurante y milonga. Nos retiramos cansados a dormir -previo cacheo de tres agentes de policía empeñados en encontarnos la marihuana que no llevamos-. Creo que aún estamos afectados por los Gora Euskadi de la madrugada del jueves en el Chill Out. Finalmente confirmé la dirección de este bar-restaurante, aunque para ello necesité regresar para almorzar conchas negras y la tradicional fanesca de Semana Santa. Tras una jornada de trabajo maratoniana, cerramos el jueves en La boca del lobo, en Reina Victoria con Calamá, un local de vanguardia en donde cenamos rico a precio razonable. Qué buena vida ésta...

3 comentarios:

momodice dijo...

He mirado la receta de la fanesca, y lleva ingredientes como zapallo, sambo, mellocos, chochos, mote.
¡Qué estará comiendo este chiquillo!

Anónimo dijo...

Dicen que cenar fanesca "mata", pero no creo que sea para tanto. También es cierto que Asier estuvo después con el estómago algo revuelto, aunque apuntaba como culpables a las conchas negras. A saber...

Anónimo dijo...

Noticias como la presente me ratifican en la idea de que debería haber ido yo. Te está afectando el mal de altura o la sacudida vital de este viaje ha llegado en el momento oportuno. Un abrazo