Paraguas a dos dólares

Domingo lluvioso en Quito. Nos lo advirtió una de las camareras del hotel antes de salir a comer. "Lloverá fuerte". Víctor Albán, el botones, nos facilita un gran paraguas. Efectivamente, al salir de La Cueva del Oso nos sorprendió el aguacero en la Plaza Grande, el escenario de las grandes manifestaciones populares que han echado abajo a tres presidentes del Gobierno en los tres últimos mandatos. Es el centro histórico de la capital. Esta zona de la ciudad, a diferencia de la que corresponde a nuestro hotel, está llena de actividad. Nos refugiamos de la lluvia en la iglesia que hace esquina con Carondelet, habitada por religiosos que lucen la cruz de Santiago en sus vestimentas. Mientras su madre anuncia en la calle "paraguas a dos dólares", se protege junto a nosotros la niña de la foto. Sonríe cuando ve la cámara y enfoca con ella a su madre, que se oculta, vergonzosa. Escampa y subimos por la calle Chile, repleta de tiendas tras las fachadas coloniales. Zapaterías, textil, electrodomésticos, hogar o artesanía —como la que ofrecen las tiendas de los patios del palacio arzobispal (en la foto)—. Los quiteños aprovechan el domingo para comprar en familia. Al final de la calle, niños y jóvenes disputan en la calle un partido de fútbol con gran jaleo. Del interior de una de las casas sale música de baile. Una fiesta de barrio. Regresamos hacia la Plaza Grande. Junto a la catedral y aprovechando su escalinata para tener mejor vista, varias decenas de personas hacen corro. En el centro, dos comediantes provocan la risa de los asistentes con sus chistes. Comprobamos que la política no escapa ni siquiera al teatro callejero. Estamos apenas a 20 metros del Palacio Presidencial y los cómicos advierten del peligro de ser asaltados por ladrones de cuello blanco...