Ya adivino el parpadeo de las luces...

Volver espero a Buenos Aires y hacerlo pronto. En una nueva demostración de torpeza, me tuve que regresar a Quito antes de lo querido. Confundí el día y contraté el vuelo para el martes en la madrugada en lugar de para el miércoles. Las últimas 24 horas fueron agotadoras y no tanto por lo hecho este lunes, sino por el cansancio acumulado del intenso fin de semana. El domingo por la noche caminamos, vía un Luna Park en donde se agolpaban los jovenzuelos/as para ver un recital, hacia y desde Puerto Madero, lo que dejó nuestras piernas hechas polvo. Así las cosas, el lunes amaneció cansado, lo que no impidió un intento —más bien frustrante— de hacer compras en Corrientes y en la peatonal Florida. En definitiva, muchas millas para poco consumo. Lo peor de todo es que fue posible quedar con Fernando ni con Guillermo. Con el primero, lo intenté, pero trasladarnos hasta Castelar era demasiado complicado para las últimas horas de mi visita. Con Guillermo, opté por dejarlo para la próxima. No me apetecía dejar el encuentro en un café rápido. Dos motivos más para volver...