A diferencia de Quito, que nos recibe con lluvia al regreso, Santo Domingo de los Colorados es un horno, en ocasiones asfixiante. La ciudad acaba de recobrar su independencia (si es que alguna vez la tuvo en el pasado) y ahora ya no depende de la provincia capitalina de Pichincha. Es un hecho aunque falta un trámite para que sea una realidad jurídica. En el coliseo, las mujeres reciben a Correa como si fuera una estrella del pop, entre gritos y algún que otro cartel de admiración. "Te amo, Correa", señala la pequeña pancarta de la vecina de grada. Algunos miles se han congregado para escuchar al discurso de su presidente y asistir a la presentación, uno por uno, como si de una banda de rock se tratara, de los miembros y miembras del gabinete. Es cerca de la medianoche y no son pocos los padres que llevan a sus hijos en brazos, derrotados por el sueño.
7.10.07
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