Baja y sube

Cuando llego este sábado al centro comercial Sambil —dice la guía que es el más grande de América del Sur—, me encuentro una marea humana que entra y sale de este gigante con cientos de tiendas. Es tan espectacular la cantidad de clientes como los precios de los comercios. El calzado iguala o supera los precios de España. El salario mínimo en el país es, desde mayo, 799,5 bolívares (al cambio supone 237€ / 372US$). Desde luego, no parece que sea posible soportar el nivel de precios de alimentación y vestido con estos sueldos. Sin embargo, hay algo oculto… además de que el salario básico ha subido un 30%.
Y es que un euro son 3,4 bolívares a día de hoy. Un dólar grongo son 2,1 bolívares. Esa es la verdad oficial, pero cuando acudes a la calle, las cifras varían y lo hacen sustancialmente. Los 3,4 bolívares por euro se transforman inmediatamente en 5 bolívares. Es el mercado negro del cambio de divisa. El precio real del bolívar no es el que ha marcado el Gobierno. Tampoco lo es el de la calle, aunque éste último se aproxima bastante más a la oferta y demanda.
Lo cierto es que, en esta situación, no resulta nada aconsejable pagar con tarjeta de crédito porque todo se nos encarece un 47%, que no es ninguna broma.
Así es que esta tarde me marcho del centro comercial sin compra porque todo está prohibitivo. No sabía cómo era el Sambil hasta que lo he visto al entrar. Es el mismo centro comercial al que nos enviaron cuando estuvimos en Venezuela hace… ¡cuatro! años, me dice Internet. En aquel entonces, con Marijose, Próspero y Guillermo, nos indicaron que no podíamos caminar por la ciudad y que sólo podíamos tomar un taxi concreto porque el resto eran peligrosos… En fin, entonces comprobamos lo exagerada que era la gente con el asunto de la delincuencia, como hoy lo compruebo caminando desde Chacaíto hasta el Sambil.