La lluvia cesó con el comienzo del día pero el cielo se cerró al final de la jornada y las nubes más negras se echaron sobre la capital paraguaya. Sí, nubes de lluvia, pero también de las otras. A la mañana, de camino a la reunión, el taxista, escéptico, contaba que todo sigue igual en Paraguay cuando están a punto de cumplirse 12 meses de la expulsión del Partido Colorado del poder, después de 61 años. Al regresar la noche y el aguacero, un compañero me acerca hasta el hotel en su coche y expresa la desesperanza más grave que he escuchado desde que llegué, hace cinco días. Aún no sé por qué, pero me recuerda al amigo cuya hija de pocos meses y con espina bífida murió hace 30 años en Brasil, mientras él estaba en el exilio al que le empujó la tortura. En su piso de Asunción, hoy, como si fuera una pieza más del mobiliario, tiene un cajón de madera colocado sobre la mesa de la sala, entre tazas de café y adornos. En el lateral, una etiqueta en inglés señala "human remains" (restos humanos). Quizá pronto la consiga enterrar y yo pueda olvidar la sensación de que parece una cruel metáfora de la realidad de Paraguay.
8.7.09
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario