6.4.12

Tarántula de Villa Florida

Hacemos noche de Viernes Santo en Villa Florida. A punto de quedarnos sin alojamiento —la zona atrae el turismo interior—, nos instalamos en una casa particular, vacía y recién terminada, en plena zona de campo. La noche nos sale por 250.000 guaraníes para los cinco. Charlamos distraídos en el porche, ya oscurecido. Es el momento de los animales, especialmente los insectos. Como anuncio, al tirar de la cisterna, una rana en el agua gira en el sentido del reloj —a diferencia del hemisferio norte–. Los mosquitos son vecinos permanentes que se centran en los más pálidos. Es decir, sólo Lou se salva del ataque. Es probable que los murciálegos nos visiten. En realidad, nada que nos sorprende hasta que, por detrás de la silla, decide presentarse la tarántula. Fea, peluda y de un tamaño a considerar. Lino presta su mano para comparar las dimensiones. En realidad, nadie está ya tranquilo. Tampoco Karim o Luiza. En una cadena sin fin, uno tras otro saltamos del susto. No tiene por qué ser un motivo real. Una mosca, una mancha, un pájaro. La noche se prepara interesante. Ya ha habido inspección de habitaciones y seguro que nadie se acostará sin sacudir antes las sábanas. Expulsada de la parcela, la tarántula espera del otro lado de la valla (o no).

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡¡¡Qué bonitas!!!, pero si la de arriba parece que se ha colocado y todo para salir mejor en la foto!!! jaja jaaaaaaaaa, me partoo!!!