Seguramente sea yo, pero no recuerdo haber visto ningún amanecer tan amarillo en Ecuador como éste del 20 de junio. Incluso los taxis parecen hoy más amarillos que ayer. El partido de la selección ecuatoriana contra Alemania se ha adueñado del país, como ya sucediera las semanas pasadas con los anteriores encuentros en el Mundial. Los colores patrios y, en especial, el amarillo se imponen en estas jornadas. Marathon, la cadena de ropa deportiva, ha hecho su agosto con la venta de camisetas de la selección, que se lucen sea cual sea la edad y estatus social, mientras ondean las minibanderas ecuatorianas colocadas en los carros. No importa la derrota. Se pasó a octavos. Lo ha dicho incluso el Presidente. Son semanas oportunas para hacer todo tipo de maniobras políticas impopulares y sucias. Nadie se dará cuenta. También es una buena jornada para dar a conocer noticias dramáticas que no tendrán trascendencia: la mitad de la población vive en la pobreza, desalojo militar de campesinos, desaparición de un activista pro derechos humanos...
20.6.06
El amarillo secuestra a Ecuador
en 4:09 p. m.
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2 comentarios:
Qué buen texto. Lo usaré el próximo curso en mis clases de periodismo, cuando explique aquello de que hay que limitarse a contar las cosas y de que, paradójicamente, para calificar algo no es necesario ni un puto calificativo.
Cosas como ésas que cuentas me dejan tirada, no sé por qué, ya sé que existen, existen demasiado y en todas partes. Cosas así me obligan a la lucidez y la lucidez es dolorosa, aunque sea el único camino válido. Eso nunca es problema, siempre sé cuál es el camino que debo coger, pero la mayoría de las veces me agota cogerlo, porque la mayoría de las veces tengo la agotadora y desesperante sensación de que no lleva a ninguna parte.
Merche, no desesperes.
Con displina, todo es posible.
Este es mi consejo para ti.
Larga y prospera vida
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