1.7.06

Gallinazos en Guayaquil

Las Peñas
Nunca terminé El otoño del patriarca. Recuerdo —o creo recordar— que comencé dos veces la novela y que la abandoné ya avanzada a pesar de lo... —no sé cómo calificarlo— …a pesar de lo apasionante —no es la palabra, seguro— de la narración. El libro sigue en Barakaldo, así que hace varios años que no tengo acceso a él. Bene tuvo la culpa de que me acercara a Gabo. El caso es que El otoño… te sumerge en un escenario… —hoy me fallan los adjetivos—. Guayaquil me recordó a la casa del patriarca desde el primer día que pisé el centro de la ciudad. La humedad extrema y el calor provocan —así lo parece— que todo se vea a punto de echarse a perder y el ritmo de la vida se ralentice agotado por la sensación térmica. Como en la obra de García Márquez, hay algo de craustrofobia —oclusivo, mejor— al recorrer la colina de Las Peñas, con sus casas pintadas de colores vivos dañados por la humedad y el sol, y esas camas de hierro forjado que asoman por las ventanas abiertas en busca de aire, como las gentes descamisadas que, desde las hamacas, observan de reojo —semiocultas por las contraventanas de madera— al turista que cruza la calle. De aquella novela, nunca supe con exactitud —hasta hoy— qué eran aquellos gallinazos que simbolizaban la corrupción a través de los cadáveres corrompidos. Al caminar el malecón, este miércoles, volví a pensar en El otoño… cuando observé esa suerte de cuervos de picos afilados que merodean carroñeros. Al recurrir ahora al diccionario veo que sí, que son los mismos gallinazos descritos por Gabo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho lo que has escrito hoy. A ver qué pega le pone el lógico vulcano...

Anónimo dijo...

Nahia: La única pega que puedo poner a los escritos de jose es que son, en ocasiones, densos y soporiferos, y adolecen de cierto sentido poetico, que a veces está de más. Por lógica debería despojar sus textos de los superfluos adornos a los que en ocasiones recurre.

Un buen texto escrito por él fué el de Grace y su amiga jugando a casitas, un texto simple, descriptivo y con la justa dosis de emotividad. En esta ocasión se ha alejado del estilo recomendado.

Por otra parte recordarte el error de género que has cometido en tu comunicación anterior.

Solo espero que Jose tenga a bien aceptar de buen grado la constructiva y lógica crítica que hago de sus escritos.

Larga y próspera vida.

Anónimo dijo...

Veo que te has quedado sin palabras, t´pol...¿Será acaso el verano vulcano?

Pues a mí me gustan los textos de J.A.S.P.

Anónimo dijo...

También a mí me gustan sus textos, unos textos distintos que me enseñan a alguien a quien veía poco, o mejor, que me lo confirman. En unos, la sobriedad es la mejor denuncia y la mejor poesía, pero me gustan también aquellos en que la emoción hace temblar la lógica y la objetiva descripción de las cosas. Me gusta la foto de hoy y la evocación de El otoño... y de Márquez.