22.7.07

La ira de dios

Compañía de Jesús

En nada debe sorprender que algunos artistas ecuatorianos representen el encuentro con los españoles en 1492 como un genocidio y el comienzo del expolio de América del Sur —me sumo a José Saramago en su afirmación de que millones de personas de las comunidades indígenas no tienen ningún motivo para sentirse latinoamericanas, iberoamericanas o hispanoamericanas—. El lienzo —del Museo de la Ciudad— que aquí podéis ver es un fiel reflejo de este sentimiento de dolor americano por el daño nunca reparado que causaron los 'conquistadores'.
Iglesia de la Compañía de Jesús en Quito
Con el tiempo, creo que me vuelvo más intolerante —me parece que esta impresión la he copiado de alguna de vosotras, amigas mías—.
Iglesia de la Compañía de Jesús en Quito
Creo que no lo relaté aquí, pero sí lo he dicho en varias ocasiones. Hasta la fecha, me negué a entrar en la iglesia de la compañía de Jesús, en Quito, por esa decisión de los jesuítas de exigir dos dólares —1,46 euros— por entrar a este templo que algún ecuatoriano me recomendó. Hoy —a saber por qué motivo—, pagué —ya con irritación— por acceder al edificio, me enfadé cuando vi que está prohibido hacer fotografías (aunque las hice) —pese a que la entrada no es gratis— y me invadió la ira —casi desde el primer momento— al comprobar que sí, que, efectivamente, el lugar está cubierto de oro desde el suelo hasta el 'cielo'.
Iglesia de la Compañía de Jesús en Quito
Las guías de viaje dicen que se han empleado siete toneladas de oro para decorar la iglesia. Mientras, detrás de los gruesos muros, en la calle, una mujer ciega toca el acordeón para obtener unas cuantas monedas y un niño sucio y descalzo —creo que nunca podré acostumbrarme a esta imagen terrible— hace piruetas en mitad de la calzada antes de dirigirse a la ventanilla de los coches y, con sus ojos tristes y la mano extendida, rogar caridad.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Desgarrador... allí y aquí... en cada momento y lugar, si la mirada lo busca la insultante desigualdad está latente. Es base de este mundo. Espero noticias tuyas, más optimistas. Besos

Anónimo dijo...

Espero poder contar novedades en no mucho. Hasta entonce, tendréis que soportar mis aburridos recorridos por Quito y por Ecuador. Espero que también tú me cuentes algo positivo en breve. Abrazos. Jose

Anónimo dijo...

Amigo Jose, hace tiempo que no escribo nada en este Blog (salvo mi comentario en el articulo anterior). Mi misión ha consistido en observar para asi poder establecer conclusiones lógicas.

Has de saber que la cultura es similar a la tuya precisamente debido a la colonización. Desde el punto de vista lógico, esto no hace más que facilitarte las cosas: Igual lenguaje, estilo de vida similar, sistema ecónomico igual, e incluso arquitectura... De otra forma tu periodo de adaptación habría sido, a todas luces, mucho más tedioso.

Da, pues, gracias y no te quejes por tener que abonar un pequeño donativo, Más se paga por entrar al Guggemheim y muchas veces ves menos cosas (o más bien peores).

Las desigualdades no son más que un efecto adverso colateral que nos aporta el sistema capitalista que permite que puedas viajar cuanto quieras en avión, o comprarte ese macintosh que tanto te gusta. Evalua, pues, si estas dispuesto a renunciar a todas las comodidades que el sistema te aporta para que esa desigualdad desaparezca.

Nada más por hoy.
Una larga y próspera vida.

Anónimo dijo...

Bueno ya veo que el ver el ostentoso y maravilloso mundo de la iglesia sirve para darse cuenta de lo injusto que es la vida y del maltrato sipcologico que se ha dado a nuestra generacion en relacion a la religion , el cielo o el infierno. A misa todos los domingos y cuidado con los pecados.
julia

Anónimo dijo...

a sé que este comentario llega muy tarde y que probablemente no lo verás, pero al leer tu texto he recordado que el otro día fui a misa, no me sirvió de nada, me cabreo con que la gente llegue tarde, con que hable y con que escuche inmutable cómo el evangelio de Lucas les dice que no deben invitar a quien puede devolverles el gesto, que deben salir a la calle e invitar a sus fiestas a alguien pobre y extraño. Nadie lo hará, nadie considera que sea eso lo que le están pidiendo, la mayoría de los que estábamos oyendo nunca haremos nada de lo que supuestamente quiere nuestro dios. Yo nunca he tenido valor para hacer lo que los evangelios decían: los evangelios son clarísimos, no hay término medio. Los términos medios siempre los inventamos los cobardes.

Anónimo dijo...

Tengo todo muy desatendido, peró sí, leo todos y cada uno de vuestros comentarios. Me gusta hacerlo. Ya sabes que yo no acudo a misa, salvo por turismo. Y también sabes que me hierve la sangre cada vez que veo una de las iglesias de Quito porque, sin excepción, están llenas de mercaderes (tienen todas locales en sus bajos en los que se vende de todo) y también porque no son pocas las órdenes que viven en la comodidad 'primermundista' mientras predican resignación para el 'cuarto mundo'. ¡Canallas!