Bolívar, fuerte

Bolívar —Simón—, de familia originaria de la vizcaína localidad de Puebla de Bolívar, está siempre presente en los discursos de Hugo Chávez —lo escucho hablar de él en directo por Telesur—, como la memoria del Libertador está en las calles de la actual Caracas. La Plaza Bolívar, con sus 166 años de vida, se encuentra este viernes repleta de gentes de cruzan. Es hora del almuerzo.



Las calles están abarrotadas. Amenaza lluvia —caerán finalmente algunas gotas— y huele, como siempre, a gasolina barata y mal quemada por los carros. La comida me permite disponer, por fin, de moneda local. "Bolívar", por supuesto, en el nombre. Son billetes nuevos. El Gobierno ha cambiado la valoración y ahora se denomina 'Bolívar fuerte' para diferenciarlo del 'Bolívar' de siempre —que desaparecerá a fin de año— y que se diferencia en que suma tres ceros a la derecha a todas las cifras. En el restaurante La Terraza, en la esquina de Gradillas a San Jacinto, el lomito cuesta 48.000 bolívares —48 bolívares fuertes— y el refresco vale 4.000 —4 Bf—. No sale barato. El cambio oficial: un euro=3,4 Bf / un dólar estadounidense=2,1 Bf. En la calle, en el mercado negro, el cambio con el euro sube hasta 4,5 y algo más de tres para el dólar. En definitiva, el almuerzo me ha costado 24 dólares / 15 euros.

La compra en el súper cerca del apartamento me confirma que los precios están muy por encima de lo que cabría esperar. Central Madeirense me ha cobrado 15Bf/4,4€/6,98US$ por los espaguetis, 9Bf/2,7€/4,2US$ por el pan de sandwich, 12,85Bf/3,8€/5,98US$ por la mermelada y 19,27Bf/5,7€/8,97US$ por medio litro de aceite de oliva portugués. Las manzanas 'granny' me salen a 6,95Bf /2€/3,2US$ el kilo. Entre unas cosas y otras, una fortuna. Cómo lo harán para sobrevivir nos preguntamos Antonio y yo al salir del comercio.