La catedral, más estimulante por fuera que por dentro, apenas recoge a unas decenas de personas que cantan, con las manos en alto, las plegarias que proclaman la salvación al ritmo de una guitarra eléctrica y el coro de unos jóvenes que juegan con sus voces, mientras la capilla de la familia Bolívar, fría de mármol, registra alguna mirada que pasa de vez en cuando. La guía cuenta que el terremoto de 1812 inclinó la torre del campanario, de 40 metros de altura, pero un segundo temblor, quince días después, la devolvió a su lugar.
Más clásica, la iglesia de San Francisco, al otro lado de la sede del parlamento, aparece mucho más transitada, a la sombra de su ceiba y bajo su techo de madera. Aitor me descubre que he dejado pasar la casa natal de Bolívar, a unos metros de San Francisco. Otro día será. Queda la foto para atender la petición de David. Ahí estoy y ahí queda mi pelada.











3 comentarios:
Veo que disfrutas de este viaje más que de otros, al menos esa es la sensación del post: "Caracas merece la pena", parece decir.
Que pases un buen agosto "invernal". Aquí nos "asamos" y por eso nos vamos de vacaciones. Hasta la vuelta.
Tschichold
¿Torres que se inclinan y después vuelven a su perpendicularidad sin ningún tipo de desgaste estructural ni grieta alguna déspues de 2 terremotos?.
¿Discursos presidenciales de 5 minutos?
Observo con pesar que la gente abandona toda lógica.
Larga vida y prosperidad
Que nostalgia de Caracas! Sigue el perezoso en plaza Bolivar ? en la pelada el 1/2 no se nota...como que se ha quedado en 1.
Disfruta
Yolanda
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