Profe malo

Los chicos y chicas estaban todos delante de las computadoras cuando llegué a clase. Formalitos, sí, aunque parezca mentira. Son de segundo de carrera y quieren ser, supuestamente, periodistas. La pizarra ha sido uno de mis primeros objetivos para dibujar el gráfico que aquí veis con colores. Los comentarios no se han hecho esperar. El jueves pasado me llevé sus ejercicios para evaluarlos y esperaban para hoy las notas. ¿Suspensos? ¿Aprobados? ¿Qué significa el 18%? "Es una buena noticia", les avanzo. "El 18% significa aprobados". No entienden bien la 'lógica' de mi frase.
La verdad es que el número de trabajos que no ha conseguido el 5 necesario para aprobar ha sido extraordinariamente alto en esta ocasión y temo que los estudiantes se desanimen. Así que les cuento que han mejorado mucho desde que, hace ya cuatro semanas, comenzaron las clases. Que sus noticias empienzan a parecer noticias. Sin embargo, la exigencia crece y por eso se da este resultado. Por eso y porque, en todo aprendizaje, siempre hay un momento en el que parece que se retrocede, como nos sucede cuando estudiamos otros idiomas. No sé si se han quedado convencidos, pero no ha habido dramas ni quejas. Han visto sus notas y han acelerado la marcha para escribir, en unos 20 minutos, una nueva noticia sobre la detención de atracadores de bancos por parte de la Guardia Civil.
Lo cierto es que ya casi nada les pilla por sorpresa. El primer día de clase, el 1 de octubre, les di la bienvenida con un listado de 'Siete Pecados Capitales' que suponían el suspenso inmediato si los cometían en los ejercicios o en el examen:
1) Plagio
2) Faltas de ortografía
3) Escribir punto al final del título
4) Entregar el trabajo fuera de la hora límite señalada
5) Incorporar la opinión personal en las noticias
6) No identificar y colocar mal en la noticia los elementos noticiosos importantes
7) Emplear la tipografía Arial o Comic Sans, que no son adecuadas para imprimir ni para presentar un trabajo formal
Después de informarles de ello, los eché a la calle y les reclamé que, antes de que finalizara esa hora, buscaran y entregaran una noticia sobre la universidad. Cumplieron.
Marcos, uno de los chicos, tituló "Espídico comienzo de clases en periodismo" y contaba que "lo que se preveía como una jornada de descanso y adaptamiento, se ha visto convertida en un manojo de nerviosismo y prisa. Parece ser que el profesor de redacción periodística José Alonso Seco, ha obligado a sus alumnos a entregar una crónica de tres párrafos en un tiempo límite de apenas cuarenta minutos. Los estudiantes, que han salido disparados en cuanto el profesor ha dado la orden de salida, deambulaban por el campus intentando encontrar alguna noticia de especial interés periodístico con el fin de salir de tan magno apuro". La crónica cuenta que, pese a la advertencia, algunos desistieron y apostaron por irse a la cafetería o tumbarse en el césped.
"Entre tanto estrés periodístico, muchos que no funcionan bajo presión, se han puesto realmente nerviosos e indignados. A simple vista nadie sospechaba que el mismo profesor que guardaba en sus bolsillos, cámara, libreta y bolígrafo, se tomara las cosas tan enserio. “Esto no creo que sea realmente necesario”- nos confiesa A.G. Opinión que choca con la de otros alumnos que afirman: “Le da emoción claro, y tampoco está tan mal”. Ahora solo queda saber, si estos noveles periodistas podrán escapar airados de su primer gran reto docente".