El sábado quiteño fue, esta vez, generoso en sensaciones. Enrique se nos volvió ayer a Madrid con un sentimiento contradictorio de deseo de regresar y deseo de quedarse, mientras Francisco intentaba aclimatarse a la capital ecuatoriana. Tras el pasoe vespertino -con imagen de niños pidiendo por las calles incluida-, se produjo uno de esos encuentros que uno espera en cualquier lugar excepto en una ciudad tan alejada del punto de referencia. Y es que -nueva casualidad en la vida- el querido y admirado Alberto Cairo ha pasado esta semana por Quito procedente de su nuevo trabajo en la universidad de Chapell Hill. Nuestro anterior encuentro se produjo en el verano del pasado año en Getafe, en Madrid, en la Universidad Carlos III y ha resultado más sencillo coincidir en América que en España. La culpa la tuvo, entre otros, el querido Eric Samson, a quien tampoco pensaba volver a encontrar tras la intensa experiencia del máster. En fin, el azar. La jornada se cerró con una estupenda cena que Nacho Quintana u Consuelo ofrecieron en su casa a los ponentes en el seminario de Diseño de información para el lector visual. Resultó un privilegio compartir mesa y conversación sobre tipografía y diseño de la prensa con expertos como Lucie Lacava -nos contó que El País le encargó una tipografía propia pero, finalmente, la rechazó y ahora ha sido asumida por Le Monde; y auguró que los diarios sólo sobrevivirán si se convierten en gratuitos-; el reconocido fotógrafo ecuatoriano Pablo Corral; el infógrafo brasileño Luiz Iria; Cristóbal Edwards y Gonzalo Saavedra. En definitiva, una día estupendo -otro más- entre las calles de Quito y la tipografía.
23.4.06
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5 comentarios:
Jose, me alegro de que puedas mantener contactos profesionales así. Bueno, no te lo tomes a mal –y tampoco algún que otro seguidor del blog– pero creo que ya la vida te ha dado bastantes como para seguir de defensor de los débiles.
Cuídate mucho, en los barrios pobres y en los ricos.
Vaya, Jose, si es que creas polémica hasta por Internet... y tú sin haber dicho ni pío...jajajajajaja
Pue, sí, sin decir nada. Ya nos conocemos y sabemos hasta podemos llegar y dónde tropezamos una vez tras otra ;)
No importa, si tras tropezarte, te vuelves a levantar y sigues adelante...
Ah, y se me olvidaba: "Las casualidades no existen"
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