29.4.07

El paraíso terrenal

Cuando el helicóptero se posa en Shushufindi, estamos rodeados por el húmedo bosque amazónico, pero pronto deja de oler a la naturaleza. El petróleo no nos abandonará nunca, incluso tras el retorno a Quito. Desde el fondo del helicóptero, sin ventanas, una pequeña abertura circular nos permite adivinar la selva que acolcha la tierra. La imagen me resulta poco habitual. Ecuador es muy verde, pero, desde el cielo, no lo parece, salvo cuando llegamos a la Amazonía. Ahora recuerdo este mismo verde de las afueras de Brasilia, y la tierra que asoma rojiza en las heridas causadas por el hombre, que también vuelvo a contemplar.
El parque nacional Yasuní tiene un millón de hectáreas de superficie y encierra enormes tesoros naturales, incluidos los dos pueblos indígenas que han decidido mantenerse aislados: los tagaeri y los taromenani. Pero, al pisar tierra, el olor a crudo se pega al cuerpo. Más de 1.000 pozos con residuos de petróleo han quedado a intemperie. Ecuador dice que la multinacional Texaco es la culpable de este atentado ecológico: un gigantesco cáncer en el pulmón del planeta.
Amazonía ecuatoriana
Los habitantes de la zona consumen agua contaminada y alimentos cultivados en terrenos que colindan con los almacenamientos de residuos. Cuando un grupo se reúne con el Presidente, varias mujeres y varones no pueden reprimir el llanto mientras relatan su tragedia. Una mujer muestra su pie que supura, otras enseña una gran cicatriz de una operación por cáncer...
Cuando el helicóptero vuelve a tomar altura en Lago Agrio —qué oportuno el nombre—, vemos las extensas calvas que arañan la jungla. Los caros muebles de cedro que adornan nuestros salones y las tarimas de nuestros hoteles de lujo han puesto al borde de la desaparición a los pueblos indígenas —que sufren periódicas matanzas de madereros— y amenazan la estabilidad ecológica de la zona. Puerto del Carmen de Putumayo surge en la ribera del río San Miguel. De un lado, Ecuador; del otro, la Colombia de las Farc. Las mujeres lavan en las aguas turbias del río en la puerta del Amazonas. El presidente dice que, si no fuera por la desigualdad y la injusticia, Ecuador sería el paraíso terrenal.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué espanto lo que cuentas, y qué bueno poder contarlo. Hoy me gustaría estar allí.
Un beso
María José

Anónimo dijo...

¡Jo, tío! Pareces Willy Fog. Te mereces un monumento si no te cansas de tantas vueltas.
Besos
Maite (Astorga)

Anónimo dijo...

Pensé que era un plato de alumnio con brécol, manda huevos. No puedo por menos que recordar tu frase: "estáis fatal de la olla". Te quiero, cuídate.