21.3.20

La vieja fórmula del aislamiento para cortar la expansión del virus


Es un día espléndido para comenzar la primavera. El céntrico Hyde Park recibe a miles de personas, que disfrutan del sol y la naturaleza. Sin embargo, este sábado 21 de marzo de 2020 no es día cualquiera para Londres.

Hace unas horas, el primer ministro británico, el conservador y populista Boris Johnson, ordenaba el cierre inmediato de todos los bares, restaurantes, gimnasios, casinos y salas de espectáculos [no ha quedado claro si afecta al comercio, debido a una contradicción en la rueda de prensa].

La capital era desde hace días un hervidero de rumores acerca de una cuarentena debido a la expansión del coronavirus covid 19.

Hasta el momento, con muy pocas pruebas realizadas, en este país de 68 millones de habitantes, son 4.000 los infectados y se acercan a 200 los muertos en relación con la pandemia.

Igual que en Italia o en España los Gobiernos han usado a los científicos para aplicar medidas radicales de aislamiento forzoso de la población, en el Reino Unido Boris Johnson ha utilizado a los científicos para justificar unas medidas sobre el virus diametralmente diferentes a las de los países vecinos.

A pesar del cierre obligatorio de la hostelería ordenado hace menos de 24 horas, la situación sanitaria, que tanto pánico desata, se ha enfrentado aquí hasta ahora con relativa tranquilidad y anteponiendo, aparentemente, la economía.

El Gobierno ha defendido hasta la fecha que, en esta democracia liberal, no quiere imponer nada sino sugerir y aconsejar.

De esta manera han pasado semanas en las que el mensaje central era que había que lavarse las manos al menos 20 segundos, y que había que hacerlo con frecuencia.

Mientras se ordenaba el cierre de las escuelas en media europa, en Gran Bretaña la medida no llegaba hasta este 20 de marzo. Había que evitar que los abuelos cuidaran a los niños, que apenas sufren la enfermedad pero sí la contagian fácilmente, según ha justificado el mandatario.

Además, se ha recomendado —pero sólo recomendado— que quienes tengan fiebre o tos seca se aíslen en sus casas y no acudan a un servicio público de salud (NHS) que, tras 10 años de recortes del Partido Conservador, amenaza con venirse abajo por el exceso de enfermos de este coronavirus. También se ha pedido que los mayores de 70 años se encierren en casa al menos 12 semanas a partir de ahora.

Así las cosas, quienes vivimos en Londres tenemos todavía la libertad para movernos y salir a la calle, pero no está claro por cuánto tiempo.

La zona que acoge las grandes tiendas, Oxford Street, está casi desierta este sábado, y ello a pesar de que algún establecimiento —incluido Primark— ignora la orden de cierre. Los museos y teatros tienen la persiana bajada y, de este modo, la vida comercial está prácticamente muerta. Por el contrario, los supermercados siguen abiertos, aunque algunos con muchas estanterías vacías.

El Gobierno de Boris Johnson no descarta ya ninguna medida, tampoco la cuarentena estricta de Francia, España o italia. 20.000 integrantes de las fuerzas armadas están preparados para intervenir si se considera conveniente.

Al final, parece que Reino Unido renuncia a su propia solución y que se unirá a la vieja fórmula del aislamiento para cortar la expansión del virus.

Ahora queda saber si, como en algunas de las recientes pandemias, el mundo se equivoca de nuevo en cómo se tienen que gestionar estas crisis o, esta vez, ha elegido el camino correcto.

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